HACIA LA FILOSOFÍA DESDE LA DIVERSIÓN Y HACIA LA DIVERSIÓN DESDE LA FILOSOFÍA
Yo, yo, yo, yo, yo… ¡YO!
Sentado en la cama he decidido empezar a decir yo, una y otra vez pensando en mi como persona, imaginándome las letras Y-O en mi mente sobre un fondo blanco, cada vez que la pronunciaba estaba seguro de que esa palabra se refería a mí, sin embargo cada vez que la volvía a pronuncia perdía más y más su sentido, cada vez tenía más dudas sobre la palabra yo y he empezado a cuestionarme por qué el conjunto de esas dos letras designa en nuestra cabeza un pensamiento tan grande como somos nosotros mismos, ¿por qué yo y no otro grupo de letras? ¿quién dijo que yo nos definiría a nosotros mismos ante los demás? ¿cómo se decidió o se llego a la idea de que se difundiera tanto, que se usara sin cuestionarlo? Más adelante, después de un rato bastante grande reflexionando sobre las preguntas anteriores, empecé con las preguntas que pueden hacer que te hundas o que te crezcas ante ti mismo y los demás, ¿quién soy yo? ¿qué hago yo aquí? ¿mi yo futuro y mi yo del presente seguirá y sigue teniendo las mismas convicciones que tuve en mi pasado? ¿yo soy el resultado de mi vida o mi vida es mi resultado? ¿verdaderamente soy yo mismo o ni siquiera sé que es ser uno mismo?
El resultado de estas preguntas fue:
Mi conclusión es, que el ser humano tiene miedo a los desconocido y sólo se siente seguro ante lo encasillado, por eso usamos la palabra yo, porque abarca tantos significados y preguntas que es una forma de ocultarlos y que nos limitemos a la fórmula yo=mí
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