FILOSOFIESTA

HACIA LA FILOSOFÍA DESDE LA DIVERSIÓN Y HACIA LA DIVERSIÓN DESDE LA FILOSOFÍA

Es fácil, o al menos lo parece. Imagina que mondas una manzana. No, antes tienes que imaginar qué manzana, qué textura, qué color, qué sabor. Ahora comienza. No, antes tienes que pensar en el cuchillo, cómo es el mango, cómo el filo, color, etc... Ahora sí puedes. ¿O no? ¿por donde empiezas? ¿con qué mano? ¿qué forma adquiere la piel cortada? ¿te has dejado alguna parte sin mondar? ........y más y mñas y más. ¿es posible mondar una manzana con la imaginación?

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Respuestas a esta discusión

Al principio, elegí esta experiencia porque era de las más fáciles que había, o al menos lo parecía. Parece que es algo que no requiere complicarse mucho, pero cuesta bastante imaginarlo.                                               Para empezar, he intentado dejar la mente en blanco, y la primera vez que lo he intentado me ha resultado imposible, me distraía mucho y he tenido que empezar de nuevo. La segunda vez es cuando por fin he podido empezar a escribir esta experiencia filosófica. Creo que es más difícil imaginar cómo se pelaría una manzana con la imaginación y sin tenerla físicamente, por lo que para hacerlo más sencillo para mí, he cogido una.

Lo primero en lo que he pensado es en el tipo de manzana que voy a escoger. Las hay rojas, verdes o amarillas, pero yo cogeré la más verde y grande que haya en el frutero de la cocina de mi casa, porque éstas son las que más me gustan. Pensé también en qué cuchillo va a ser el que escoja. En este caso será pequeño, con el mango negro, y con puntitos en relieve, y con la cuchilla muy afilada y fina para que no tenga que hacer demasiado esfuerzo para pelarla, ya que éstos son los cuchillos que hay habitualmente en mi casa.

Y después de elegir la manzana verde, y el cuchillo negro, lavo la manzana y empiezo a pelarla. Cojo el cuchillo con la mano derecha, y la manzana con la izquierda. Le hinco la uña para saber si ésta lo suficientemente madura como para comérmela o no.

 Comienzo a quitarle toda la piel poco a poco, primero por la parte de arriba donde está el rabillo. Muevo el cuchillo suavemente de derecha a izquierda, viendo como poco a poco  la cascara va cayendo sobre un cuenco amarillo que hay encima de la mesa de la cocina. Así la manzana se va quedando sin piel. Yo la pelo porque casi siempre me resulta imposible de masticar por lo dura que está la piel. Le quito el rabillo que tiene la manzana en la parte de arriba. La miro y me quedo pensando si la corto en trozos o me la como tal cual está, es decir, a bocados directamente. Como había soltado el cuchillo, lo vuelvo a coger para cortarla en trozos, y así me resultará más fácil de comer y saborear.

Los trozos son de un tamaño mediando, y todos más o menos iguales. Me han salido cuatro, y he dejado a la manzana sólo con el hueso que tiene en la parte del medio. Suelto el cuchillo, dejo los cuatro trozos de la manzana en un plato blanco, y tiro la piel y el hueso al cubo de la basura, y me he dado cuenta de que la piel la he cortado en una sola tira sin romperse y también tiene forma de espiral.

Me siento en la silla y cojo el primer trozo de manzana del plato. Está buenísimo, exactamente como a mí me gusta. Me acabo de comer el primer trozo y cojo el segundo, y sigo con el tercero, acabo por el último trozo de manzana.

Se queda el plato vacío, y yo me quedo con hambre y decido comerme otra manzana de las más verdes que tenga. Repito todo el proceso anterior, pero en esta manzana hay una parte que está podrida y decido quitarla. Esta vez tengo tres trozos en el plato listo para comer.

Cuando me como la segunda manzana, el plato se queda vacío de nuevo. Lo pongo, junto con el cuchillo y el cuenco en el fregadero, y lo lavo para que no se quede nada sucio.

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