En la comunicación entre el que enseña y el que aprende se busca que el que aprende produzca su comprensión de lo que viene siendo comunicado. Esta comunicación es esencial para poder entender.
La comunicación entre el que enseña y los que aprenden ocurre en un grupo social, en donde tiene gran importancia lo informal, las emociones, la afectividad y el testimonio.
Una parte esencial de la comunicación es saber escuchar. Solo escuchando paciente y críticamente al otro es que se habla con él. Al aprender a escuchar para hablar dejamos de hablar impositivamente. El que enseña debe aprender a convertir su discurso (a veces necesario) al que aprende, en un habla con él.
Este proceso de saber hablar y escuchar es imprescindible en una educación que estimula el diálogo.
Quien tiene algo que decir tiene el deber y el derecho de decirlo. Pero también tiene que saber, sin sombra de duda, que no es el único que tiene algo que decir, y que por muy importante que sea lo que tiene que decir, no es necesariamente la verdad esperada por todos. Si no escucha lo que otros tienen que decir, termina agotando su propia capacidad de decir.
Es por eso que quien tiene algo que decir debe desafiar a quien escucha a que diga, hable, responda. Si el que enseña no hace esto, su habla se da en un espacio silenciado. Por el contrario, cuando el que enseña estimula el diálogo aprende a hablar escuchando. Al escuchar al que aprende en sus En el proceso de aprender a pensar correctamente hay que respetar lo que sabe el que aprende, aprovechar la experiencia que ha vivido y discutir con ellos cómo se relaciona esta experiencia con el contenido que estamos tratando de aprender. Al respetar al que aprende, su timidez y su curiosidad, se cultiva la humildad y la tolerancia en el que enseña.
Si no se respeta como entiende al mundo el que aprende, si no se le escucha, si no se le habla, el papel del que enseña se reduce a depositar comunicados. Al respetar la lectura que hace del mundo el que aprende se debe de tomar como punto de partida para el desarrollo de la curiosidad como uno de los impulsores fundamentales del conocimiento humano.
El que enseña no puede conocer por el que aprende. Lo que puede hacer el que enseña es mostrar al que aprende cierto contenido y desafiarlo que se vaya percibiendo a sí mismo en su práctica como alguien capaz de saber mediante el aprendizaje. dudas y su incompetencia temporal, aprende a hablar con él.
¡Necesitas ser un miembro de FILOSOFIESTA para añadir comentarios!
Participar en FILOSOFIESTA