FILOSOFIESTA

HACIA LA FILOSOFÍA DESDE LA DIVERSIÓN Y HACIA LA DIVERSIÓN DESDE LA FILOSOFÍA



Extravagancias de los filósofos antiguos

Heráclito de Éfeso, poco antes de su muerte por el 480 A.C., vivía en las montañas como un eremita, no quería ver a nadie, la humanidad de producía una profunda antipatía. Sostenía que el género humano era bestia irremisiblemente hipócrita, obtusa y cruel, al cual no valía la pena enseñarle nada.
 Sus meditaciones están reunidas en un libro titulado "Sobre la Naturaleza", que cuando estuvo terminado depositó (Heráclito) en el templo de Artemis, la diosa de la caza, para la desaparición de la posteridad, que debió devanarse los sesos para comprender algo.
 Según Russell el desprecio por los hombres era tal que escribió de un modo que nadie podía comprender, de ahí el mote del "Oscuro de Éfeso" que ostentaba Heráclito.
Pero en realidad peor todavía, el libro se empezó a perder de a partes o tal vez fuese así, un libro que nació "ruinoso".

En la montaña Heráclito se alimentaba con hierbas recolectadas al azar en sus caminatas, Heráclito decía que nada podía interponerse entre las plantas y él, "cortarlas no implica el menor comercio entre los hombres".
Con aquél régimen terminó por perder la salud, se le hincharon las piernas y las manos, se le hincharon también los tejidos los cuales estaban repletos de agua por lo que sufría hidropesía (retención de líquidos).
Había que encontrar un remedio antes de que el alma perdiera la sequedad que la constituía, Heráclito bajó de la montaña y pidió ayuda a los eruditos, que según se conjetura vivían al pie de la montaña.
Heráclito les preguntó a los sabios que debía hacer, si el alma era la emanación de un fuego perenne, mantener la presencia de esa agua en el cuerpo era perjudicial, los sabios lo escucharon y le aconsejaron reposo.
Heráclito volvió a abandonar la ciudad y acompañado por sus sirvientes intentaba transpirar al calor del día... transpiraba pero no se curaba. Finalmente se detuvo cerca de un establo y dio la orden de que le cubrieran el cuerpo con estiércol y lo dejaran al sol, nadie había ordenado algo semejante.
Heráclito creyó que cubierto de bosta y al sol, la humedad del cuerpo pasaría violentamente hacia la capa de desperdicios. Pues entonces lo untaron, hasta que no se vieron más que los ojos de Heráclito.
Se murió finalmente asfixiado...


Aristóteles como bien sabemos quiso organizar antes de morir, la totalidad del saber, para eso debía trabajar sin interrupciones. Comenzó por comer mientras leía, después enseñaba en las caminatas de un sitio a otro, una especie de proceso peripatético, pero
en este caso hijo de la falta de tiempo, no a la creencia de que el recorrido es más propicio al aprendizaje como hizo uno de sus discípulos.
Tenía siempre sobre su mesa varios rollos abiertos al mismo tiempo, fichas de papiros siempre preparadas, dos escribas a su disposición para dictarle, y se impuso pasar de un estudio a otro varias veces durante la jornada para evitar el tedio. Pero eso no alcanzaba para catalogar el saber general, para reflexionar y escribir era necesario reducir las horas del sueño, entonces inventó un aparato para robarles horas al sueño. Se trataba de un instrumento de estímulo y tortura, era un mecanismo de despertador con el que se infringía así mismo tensiones. Aristóteles creía que al sueño se le podía ganar, o al menos se le podía ganar una o dos reflexiones más.
A la noche un esclavo sin siquiera hablarle desde luego, llegaba hasta la mesa de trabajo de Aristóteles y colocaba sobre su mano izquierda una bola de bronce, en el suelo justo donde caía la misma había una especie de gong, una lámina metálica, cuando Aristóteles la bola caía haciendo un gran estruendo.
Cierta vez la bola cayó sobre el metal, pero el pensador no pudo despertarse porque había muerto.
No pudo robarle a la muerte unas últimas líneas


Platón viajó a Egipto, y allí abrieron los sacerdotes para él ciertos papiros sagrados, además llego a Cirenaica, Negara, Siracusa. Platón esperaba encontrarse con los pensamientos de Pitágoras, sabía que aquel maestro había detentado conocimientos esenciales sobre el orden del universo, sobre la arquitectura interna y sobre la detección del alma. 
Pero las enseñanzas permanecían en el más estricto secreto, ya se sabe el cuidado que tenía Pitágoras con los secretos, por ejemplo los Pitagóricos habían descubierto la esfera de doce pentágonos, que como ustedes saben es el dodecaedro.
La comunidad Pitagórica había sido destruida ya, los alumnos dispersos, callaban. Platón olló hablar de un cierto Finolao, un médico que había vivido en Crotona, la ciudad donde Pitágoras había estado bastante tiempo, y que supuestamente había consignado lo esencial de las enseñanzas de Pitágoras, en tres obras, nadie parecía haberlos leído, ni visto. Algunos decían que esos libros no podían existir.
El griego y tirano Dionisio gobernaba Siracusa, y Platón se hizo amigo, y en la corte se encontró con alguien que sabía donde se encontraban los pariente de Finolao. Al llegar hasta allí ya no se encontraba éste pero si sus recuerdos y sus escritos que fueron mostrados a Platón.
Platón notó que esta gente no sabía de qué se trataban esos rollos, ni el saber que tenían. Intentó comprarlos por doscientos talentos, que era muchísimo dinero, pero los pariente de Finolao le pidieron setecientos, pero Platón ofreció seiscientos jugando con la ignorancia de esa gente y se los llevó. Los familiares quedaron un poco asustados porque Platón les dijo que todos aquellos que se enteraban de los secretos Pitagóricos se morían.
Platón se retiró de allí creyendo que por pocas monedas, se llevaba la explicación de los secretos del universo, cuando llegó a la casa de Dionisio de Siracusa revisó los rollos.... decían solo giladas.

Extraído de La Venganza será Terrible.

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