FILOSOFIESTA

HACIA LA FILOSOFÍA DESDE LA DIVERSIÓN Y HACIA LA DIVERSIÓN DESDE LA FILOSOFÍA

Tal vez pueda resultar aburrido, e incluso demasiado fácil. Por eso no me queda más remedio que recomendaros hacerlo. Comenzad despacio, o rápido y cuando ya estéis en el quinientos os quedará la mitad, ¿o no? ¿que no íbais por el quinientos? pues a empezar de nuevo. Tal vez algún truquillo os servirá. ¿que no podéis estar tanto tiempo concentrados?. ¿seguro?

Visitas: 1217

Respuestas a esta discusión

Esta experiencia me ha resultado bastante difícil, nunca pensé que iba a realizar esta actividad, pero estando tumbada en mi cama un tanto aburrida decidí hacerla y así fue.

Parece algo sencillo y aburrido, y si es un tanto aburrido pero para nada sencillo, no lo he conseguido a la primera ni creo que muchas personas lo hayan conseguido al primer intento de realizar la experiencia acabarla hasta el final puesto que requiere muchísima concentración mas de la que yo me imaginaba, tumbada en mi cama comienzo a contar números los primeros bueno no resulta tan complicado los voy diciendo en voz alta y despacio sin prisas...poco a poco voy acelerando mas y mas, haciéndome creer que acabaré antes, pero ya empiezo a distraerme pensado y millones de cosas que ni vienen a cuento, algunas que quizá nunca me haya planteado.. simplemente como necesito concentrarme pienso en mas y mas ideas cosa que hace que al cabo de un par de números mas, se me olvide por cual iba, el echo de equivocarme hace que tenga que empezar de nuevo por lo que lo hice, pero ya no comencé con la misma lentitud que antes ya desde los primeros números iba bastante rápido pero me vuelvo a equivocar no habría llegado a mas de doscientos cuándo me volví a olvidar de por cuál número iba a causa de las distracciones por un momento pensé en dejar de hacerlo porque me estaba resultando mas complicado de lo que era, pero reflexioné mejor y para nada debía de dejar algo medio hecho.

Yo lo que tenía que acabar, tenía que llegar al mil y volví a empezar, lo único que hacía era pensar en vaya experiencia he elegido cosa que me consiguió que me equivocara otra vez, esta vez me lo tome con un poco mas de calma y empecé a contar desde el uno, lentamente y pensando cada número, pero que va y en ese momento estaba pensado en todo menos en contar hasta mil...

Mi paciencia poco a poco se acababa, y mis nervios aumentaban no paraba de pensar en cuando acabara de contar los dichosos números de llegar hasta mil, me parecía un suplicio pero tenía que conseguirlo y seguí un poco mas concentrada pero cada número que pasaba, al decirlos iba cogiendo velocidad cosa que hizo que me liara contando y lo que tocaba era vuelta a empezar.

Ya la poca paciencia que tengo estaba casi agotada pero decidí volver a intentarlo, así que comencé voy diciendo los números rápido sin ponerme nerviosa, sin equivocaciones, acercándome cada vez mas y mas a mi objetivo final, ya pasando los quinientos y, me doy cuenta que me vuelvo a equivocar así unas cuantas veces mas.

En un par de intentos mas consigo acercarme, hasta que por fin estoy llegando al ochocientos yo estaba nerviosa diciéndome a mi misma que una vez llegado hasta aquí no podía fallar que ya quedaba muy poco para acabar de contar dichosos números, conforme llegaba a los novecientos me fui poniendo mas nerviosa por pensar que ahora seguramente me equivocaría, pero no ahora no podía equivocarme, entonces me doy cuenta de que estoy contando demasiado rápido y ralentice el ritmo para poder llegar ya hasta mi objetivo y maldita sea otra vez pienso que me estoy perdiendo pero no en pocos segundos recuerdo perfectamente por dónde voy, novecientos ochenta quedan tan solo unas veinte cifras mas y por fin llegaría a los ansiados mil y así fue pocos segundos después llegué al mil.

Para mi esta experiencia ha sido un reto, porque yo soy una persona con poca paciencia y creo que contar hasta mil me ha servido para aprender a no agotar la paciencia tan rápido, para ver que dedicándole un tiempo mas o esperar, se hacen mucho mejor las cosas que agobiándose con facilidad, me ha enseñado que es mucho mejor pararse a pensar las cosas y hacerlas mejor aunque tardes mas pero luego merecerá la pena, no que si lo haces todo rápido lo puedes hacer mal y si lo haces mal tienes que empezar una y otra y otra vez.

 

Esta experiencia, es un poco complicada, aunque nos parezca sencilla, porque es contar, es difícil, y además aburrida. Yo decidí hacerla, esta mañana, cuando me desperté, recordé que en una de las experiencias que tenía que hacer de filosofía, una decía de contar hasta mil, y pensé bueno es sencilla, empezaré... y me dispuse a contar: uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce... al principio, todo parecía muy fácil, un simple juego de niños, para saber si saben contar. Todo iba bien, contaba rápido y con soltura, hasta que a partir ya del doscientos, doscientos quince, doscientos veintidós... ya se me empezaba a trabar la lengua, y a liarme un poco más, pero seguí... ya se me estaba haciendo muy muy pesado y los números no se acababan nunca, parecía que no había final. Opté por pensar, bueno lo dejo aquí, en el quinientos sesenta y nueve y ya por lo menos he contado algo, la verdad que bastante. Pero me dije a mi misma, tienes que terminar, es un simple ejercicio... así que para conseguir terminar, me concentré y empecé a contar, pero al decirlos rápidos, que no le veía el sentido de esa rapidez, ya que porque corra más en decirlos no voy a terminar antes, y además a veces, me atascaba, y se me olvidaba porque número era el que iba.. y hacía que me equivocara, y tuve que empezar varias veces desde el principio, esta vez me planteaba en contar despacio y vocalizando, y pensando en los números... y por pensar, se me volvía a olvidar y me liaba por no saber cual era el último número que había dicho, por lo que sin apenas haber llegado al trescientos, tuve que empezar de nuevo. Y así me pasó, repetidas veces, porque nada más que pensaba, en que no me iba a dejar la experiencia a medias, que quería acabarla y llegar al número mil... yo que pensaba que tardaría un momentillo, y al final estuve un buen rato largo, ¡ no me esperaba que tuviera que repetirlo, y volver a repetirlo tantas veces! Además cada vez que pensaba: ojalá terminara... ya queda menos... menuda experiencia... hacía que me equivocara.
Cuando ya repetí la cuenta desde el principio, unas cuatro o cinco veces, me empecé a cansar, me quedaba ya poca paciencia... Y en un par de intentos ya, empecé a contar, como si no lo estuviera haciendo yo, me salía solo y ya no se ponía mi cabeza a pensar en otras cosas, cuando empecé esta ronda nueva de contar, me propuse terminar ya de una vez y así lo hice, concentrada, hasta los seiscientos y pico, que ya notaba que me ponía más nerviosa... me relajé y cuando estaba terminando los ochocientos, me volví a poner nerviosa, me quedaba ya tan poco... pero no podía echar a perder hasta donde había llegado, y tenía que acabar en esta ronda si o sí... y así fue, por fin llegue a mi esperado objetivo, ¡el número mil!. Me sentí orgullosa de mi misma, esta experiencia me había retado, y no me podía dar por vencida, tenía que lograrlo... y así fue. Aparte, porque como yo soy una persona muy nerviosa, impaciente... me ha servido para darme cuenta de que tengo que intentar ser más paciente y no hacerlo todo rápido, y más, cuando son situaciones que a lo mejor no son mi punto fuerte, y me pongo nerviosa muy rápido, haciendo que sea más difícil de conseguirlo.
Al final, ya verdad es que me alegré bastante haber escogido esta experiencia.

Contar hasta mil.

Esta experiencia me pareció bastante fácil cuando el profesor la estaba dictando en clase, pero cuando me he dispuesto a hacerla me he dado cuanta de que esto no era ni mucho menos contar hasta cien, sino que me iba a llevar mucho mas tiempo y concentración del que yo me pensaba.

Empecé a contar tranquilamente, y como hago a veces en las que voy andando por la calle y me aburro, empiezo a contar los pasos que doy y cuando ya voy por cincuenta o sesenta, empiezo a contar diciendo sesenta, y luego digo uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, y cuando llego al diez digo setenta. Y así todo el rato, ese es un truco para que cuando estoy contando no se me trabe la lengua. No se si alguien me entiende, pero bueno.

El caso es que cuando voy por doscientos y pico ya no se si antes he dicho veinte o treinta, y me lío. En ese momento me empiezo a poner de mala leche, porque al principio me parecía que iba a ser pan comido. Total que termino por hacer trampas, pero el caso es que me canso muy rápido, incluso haciendo trampas y al final lo dejo. Ahora voy a intentar explicar la frustracion que siento en ese momento.

Cuando no sabes por que número vas, intentas acordarte pero en mi caso no puedes y claro, tienes que empezar de nuevo, pero yo en cambio hago trampas y al final me doy cuenta que hay que tener muchísima paciencia para poder contar hasta mil, en mi opinión creo que tienes que estar solo, así te concentras más y, si te enfadas pues no tienes a nadie con quien pagarlo, en cambio yo tenía a mi hermana y terminé enfadandome con ella, pero vamos que al final le dije que estaba de mala leche por eso de contar hasta mil y le dije que probara a hacerlo ella. Total, que al final no terminé esta experiencia, alo mejor algun día me pongo (estando sola) y lo hago.

RSS

Fotos

  • Añadir fotos
  • Ver todos

FILOSOFIESTA MÓVIL

Miembros

© 2024   Creado por Fernando López Acosta.   Tecnología de

Emblemas  |  Reportar un problema  |  Términos de servicio