FILOSOFIESTA

HACIA LA FILOSOFÍA DESDE LA DIVERSIÓN Y HACIA LA DIVERSIÓN DESDE LA FILOSOFÍA

Toma una palabra cualquiera y repítela hasta la saciedad. Tal vez descubras que en un momento determinado ese significante se separa del signifcado y toma de alguna manera consistencia propia o entidad o vacío o la nada. En fin, tú verás

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Respuestas a esta discusión

Cuando repito una palabra tantas veces , que seguro que le ha pasado a mucha gente a parte  de mí, estoy convencido, es que cuando repites una palabra tantas veces hasta que llega un punto en el que te ya te cansas, y cuando la repites, también llega como un momento, es que me ha pasado a mí, en el que cuando la dices, reflexionas y empiezas a pensar en esa palabra, en su origen, en porque se usa para designar tal realidad, porque la gente tras los acuerdos sociales previos le han decidido llamar así y no de otra forma diferente… Es decir, es una experiencia fácil pero a la vez compleja, voy a explicarlo, es fácil que a veces repitas las palabras, pero luego te entra cuando piensas en todas las características que he nombrado anteriormente, como una especie de paranoia, para decirlo más claro te rayas de una manera espectacular y hay un momento en el que esa palabra no puede salir de tu pensamiento y te empiezas a calentar la cabeza con este tipo de preguntas y te cuesta salir un poco del pozo en el que te mete la pregunta. Estas experiencias suelen pasar normalmente por partes en las que te aburres, momentos en los que no tienes nada que hacer, y en cierto momento empiezas a pensar en una palabra y empiezas a repetirla y se empieza otra vez ese proceso que se repite tantas y tantas veces en muchas y diferentes personas, no solamente en mí. Estas cosas hace que te plantees muchas cosas sobre esa misma palabra que no dejas de repetir y que intentas de alguna manera buscarle el sentido… entre otras muchas cosas. Realmente esta experiencia es de las que más me ha costado, porque ha sido muy difícil pensar con claridad todo lo que te llega a suponer esa palabra en cuestión, muchas veces por ejemplo, cuando estoy cerca de una realidad como el agua, repito las palabra muchas veces, es decir, a veces repito palabras que veo a mi alrededor y que de alguna manera consiguen hacer que me llamen la atención, por lo que es que hay muchos factores que provocan que este proceso se repita y no pare de repetirse hasta en cientos de ocasiones en mi vida, es como algo que a veces no se puede evitar y que viene y no puedes a evitarlo. Esta experiencia no me gustaría repetirla, porque me hace confundirme y liarme el conocimiento y las ideas de mi mente, es algo que no me aporta tantas cosas como las demás experiencias, es algo bastante difícil de explicar y más que hay que probarlo como la mayoría de las experiencias para poder comprobar lo que es esto. El hacer, suena bastante bien lo de repetir una palabra, pero luego cuando te vas y quieres ponerlo en práctica, ha cambiado un poco mi forma de ver sobre esta experiencia  y ha hecho que pierda un poco de puntos respecto a otras experiencias que me han llegado más y me han convencido más, ya que desde mi punto de vista me aporta más cosas positivas. Esta experiencia me ha costado más, y por lo que al ser más difícil que las otras, el esfuerzo que he empleado en esta es mayor que en las demás, por lo que estoy más contento al finalizar esta experiencia que con las otras. Ya por último, lo único que voy a decir que una palabra es algo más que designa una determinada realidad, si no que es algo que además tiene otros significados y apartados que no se pueden llegar a su total comprensión, es decir, va más allá de su significado literal, tiene como otra dimensión que los propios humanos le crean en numerosas ocasiones , que según mi opinión esas dimensiones para lo único que están es para liar al humano sobre esa palabra y a dudar de lo que es y significa.

Vaciar una palabra de sentido, qué risa. Esta es otra de la experiencia sin sentido en su totalidad que si sirven para algo que venga Dios y vea como vacío la palabra porque de verdad esto cada vez me sorprende más. Para empezar tuve que releer como unas mil veces las dos frasecitas que vienen explicando la experiencia pues no entendía nada a pesar de leer y leer por otro lado no sabia tampoco que palabra elegir, si un verbo, un sustantivo ni idea pero en fin ya para rematar pensé que no habría ninguna otra forma de entender esto que llevándolo a la practica y as fue como empezó esta para mi surrealista experiencia. Escogí la palabra ``éxito´´ porque me gusta y me llama mucho la atención y como había que vaciarla, pues me puse a repetir una y otra vez: éxito, éxito, éxito, éxito, éxito, éxito… una infinidad de veces y lo único que me paso fue que la palabra cada vez que la repetía me parecía mas rara. Mi cabeza pensaba que como si decía lo mismo me podía estar pareciendo otra cosa pero yo seguí repitiendo. A todo esto mis subconsciente me estaba dando el significado de lo que probablemente seria el éxito  pero es que ya a esas alturas no sabia ni lo que era , totalmente increíble si pero yo seguí. Mi mente pensaba en como alcanzar el éxito cuales podrían ser las diferentes formas de llegar a ese estado donde todos te aplaudan y seas quien en su día quisiste ser. Yo creía que la palabra no estaba todavía vacía que le quedaba eso que llamamos que es el ``culillo´´ y seguí repitiendo para no variar ya veía como la velocidad de repetir la palabra iba cambiando y empezaba a ser analizada lentamente. Supuse que eso significaba que estaba llegando a su fin como todo en esta vida. Es una sensación muy rara de explicar contra mas la repites mas tonto te sientes. Total que para mi la palabra ya estaba vacías separada en su correspondiente lexema: éxito- y su correspondiente morfema –o. Yo no sabia que más hacerle a la palabra y solo me quedaba decirla al revés en o-t-i-x-é.  Yo creo que si dijo eso en la calle me llaman tonta y me preguntaría que idioma hablo o que si tengo algún problema de deficiencia mental porque vaya tela .Surrealista lo vuelvo a repetir, desconocía   si me estaba saliendo de la experiencia pero en fin no se me ocurrían mas recursos ni vueltas ni giros que darle a la maltita palabra la cual empezaba a aborrecer. Mira que cuando algo me gusta es muy difícil que me canse de ello pues de eso estaba ya hartándome suficientemente y decidí abandonar la palabra. Por cosas de la vida me encuentro una frase de mi amigo Mejida que incluía la dichosa palabra, por la tarde aparece la dichosa palabra en la tele y para rematar el día del éxito llega un amiga y me dice que la mermelada que le dio mi padre ha sido todo un exitazo. No daba crédito de verdad que no, la palabrita me estaba persiguiendo después de un día .Como conclusión creo que no hare mas esta experiencia ni se la podre recomendar a nadie a no ser que ese alguien este muy aburrido y quiera ver un claro ejemplo de cómo se dice una cosa mientras se piensa se analiza y todo a la vez… pero para el que este muy aburrido pues yo muy pocas veces lo suelo estar. Realmente no se porque no soñé esa noche con el éxito porque si no yo ya creía que esa noche soñaría con un señor que me repetía la palabra otra infinidad de veces y me haría preguntas sobre ella . Por suerte no fue así esa noche sino recuerdo mal dormí perfectamente en mi cama y me deje muy claro una cosa no repitas las cosas mucho porque al final de todo te terminas cansado y de repetir me canse yo por lo menos me canse también.

La verdad es que esta prueba la hice a menudo hace tiempo, repetía tanto una palabra que ya no me daba cuenta de si significaba algo.

¿No te a pasado que quieres decirle algo a alguien y otra paersona no le para de hablar?. Esa sensación de querer hablar hace que las palabras que vas a decir las repitas en tu mente para no olvidarlas. Y cuando por fín lo dices puede que se te quede esa sensación de que estas pronunciando algo sin sentido.

Por ejemplo: repite "topo" muchas veces seguidas, puede que en el proceso incluso se te trabe la lengua. Al cabo de unos minutos observarás que no hay una razón lógica para describir un concepto de tal manera ¿por qué tiene que llamarse así? ¿quien organiza las letras que componen la palabra para que signifique exactamente lo que deseamos explicar? Si al "topo" como nombre del animal haciendo referencia a su especie lo llamamos asi...¿por qué no en vez de topo lo llamamos higo?

El caso es que no podremos estar del todo seguros de que a ese animal se le puede llamar topo, porque no nos garantiza que se llame asi, sino que es el nombre que nosotros decidimos darle  para entendernos cuando nos referíamos a el. Por el mismo motivo no significa que llamemos sólo así al animal, ya que esa palabra tiene varios significados ¿y no podriamos darle a cada uno de sus significados otro referente distinto para que no se confundan y no repitamos tanto esa palabra?

Seguramente en el tiempo nos demos cuenta de que sólo cuando aceptamos los nombres con los que nosotros designamos la realidad nos dan su percepción sobre ese concepto. Aunque siempre estará la posibilidad de que en el pasado le hubieran puesto otros apodo.

En el futuro quién sabe, podrían cambiar los referentes de las palabras y que llamemos a los pájaros "pios" en vez de pájaros por el sonido que hacen. Se que suena estraño pero así debió sonar hace tiempo cuando nombraron el concepto de ratón del ordenador lo llamaron así cuando ya existía la palabra ratón para designar a su ser vivo correspondiente.

Las lenguas nos condicionan en la manera de pensar.Ya que esa palabra se puede analizar bajo distintos puntos de vista y según cual escojamos, esa visión tendremos del mundo que nos rodea. Por eso creo que nunca debemos descartar la posibilidad de que le den un nuevo nombre a algún objeto que en futuro se invente, y se le aporte un nombre común de ahora.

Por otro lado las palabras no siempre son inventadas o cojidas de otra lengua, sino que también nos hacen referencia de otros aspetos o incluso historias que se esconden tras la palabra y los significados que este pueda tener. Por ejemplo: el antiguo mar Egeo recibiío su nombre por el rey padre de Perseo, cuando se suicidó en el mar al creer que su hijo fracasó en su lucha contra el minotauro para liberar Atenas de Grecia. Aunque finalmente Perseo ganó se decidió dejarle el nombre a ese mar en honor al suicidio del rey.

Desde otro punto de vista pienso que si supieramos de donde vienen las palabras y el verdadero motivo por el que llamamos así a ciertos objetos, lugares, sentimientos, estados o problemas no sólo se nos quedarían más facilemente en la memoria, sino que podríamos ser mucho más cultos a la hora de criticarlos. Durante toda la historia el conocimiento nos aporta un gran saber, ¿no te gustaria descubrir el origen de alguna palabra de la que hayas dudado o no encuentres sentido alguno? Por desgracia la mayoría de las historias o origenes de las palabras no aparecen en el diccionario , pues sólo este nos explica las definiciones que actualmente adjudicamos a ese sustantivo. Por ello también creo que deberíamos buscar en internet su origen, seguramente nos impresionaría como el paso del tiempo hace mella en nuestra actualidad.

Por este motivo antes que nada quiero que escojais una palabra, la que más os apetezca os guste o no y la vacieis de sentido ¡Vereis la de cosas que se os ocurren!

Vaciar una palabra de sentido

A lo largo de la vida siempre han existido lo que yo llamo: palabras fantasmas. Estas son fruto de la repetición de una palabra infinidad de veces hasta el punto en el que no tiene sentido. Si yo repito diez veces la palabra gato(miau) se me hará tan cansina la palabra que llegue a perder el propio sentido, pues en eso se basa el pensamiento marginalista de Alfred Marshall el cual descubrió que si algo lo empleamos millones de veces llegara el día en el que no nos transmita nada en particular. Es raro pero verdadero al fin y al cabo (gato, gato, gato, gato,  gato, gato, gato, gato, gato)

Si esta palabra la repites 1000 mil veces, veras como ya no le encuentras sentido a lo que estas diciendo (en cierto modo porque el gato se habría ido ya de allíJ)

Las palabras son todo un misterio que no sabemos como, pero nos afectan y nos condicionan de forma increíble e inevitable. Todas las palabras que repetimos de forma constante no son más que la sucesión de lo que queremos transmitir, hasta el punto de perder el sentido por completo debido a algo que se escapa al conocimiento y la lógica del ser humano. Ejemplo práctico: repite millones de veces la palabra pelota, y después pregúntale a alguien lo que es. Veras como ya no lo encuentras lógico ese nuevo significado que tu mente ha creado por algún extraño motivo, y que te hace creer que pelota no significa nada, o por lo menos nada que todavía no conozcas. Son muy extraño los misterios de la mente (y ahora es cuando me pongo a filosofiarJ) ¿es la mente la que hace desaparecer el recuerdo de su significado, o por el contrario eres tu el que le ha borrado el sentido a la palabra haciéndola tan simple como una letra? ¿Acaso tu mente necesita ese nuevo significado para designar un objeto, o es simplemente porque esta buscando un significado que no tenga que ver con la palabra a la que nos referimos?

Esa sensación la he experimentado en tres situaciones, es decir con 3 palabras que si mal no recuerdo son: legaña, herrete y pelo. La primera vez que me ocurrió esto no sabía que me había pasado, ya que de repente no sabía que responder cuando me preguntaban. Es una sensación parecida a la de un dellavu.es muy difícil perder el sentido de una palabra pero es posible realizarlo. Al cabo del tiempo recuerdas esa palabra y de repente ya tiene sentido, pero recuerdas que una vez no lo tuvo. Crees que lo sabes todo, pero de repente no sabes como reaccionar ante una situación en la que no cuenta esa palabra, sino que eres tu mismo el que realiza el significado de la palabra. ¿Y si de repente perdemos el sentido de todas las palabras que componen nuestro vocabulario? ¿Qué pasaría con los idiomas, o con las mismas palabras? ¿Cómo nos comunicaremos? ¿A dónde han ido esas palabras que antes tenían sentido , y de buenas a primeras ya lo ha perdido. Es difícil expresar con palabras (toma chistazo) como pierden el sentido las palabras, pero es una realidad a la que no le damos demasiada importancia, pero que puede desvelar alguna serie de preguntas interesantes ¿Cómo nos podemos comunicar, acaso somos especiales?

Me esta costando mucho responder a la preguntita, pero al igual que las palabras existen otras realidades que pierden el sentido como nosotros mismos, ya que existen muchas personas que han perdido el propio sentido de su existencia. Pero también es comparable a perder algo, que a lo largo del tiempo recuperamos. Las palabras pueden ser un gran recurso, pero cuando piere el sentido son muy raras. Las palabras pueden ser un gran recurso, pero cuando pierde el sentido son muy raras(he aquí el ejemplo mas claro, ya que al repetir siempre lo mismo no solo perdemos el sentido, sino que no se lo encontramos ni nosotros mismos)

Vaciar una palabra de sentido.

Pues haber realmente no se muy bien que significa vaciar un apalabra de sentido por eso entiendo el nombrar muchas veces una palabra por ejemplo la palabra vida: vida , vida , vida ,vida, vida , vida , vida , vida , vida , vida , vida , vida , vida , vida , vida , vida...  Y así sucesivamente pues no es una experiencia muy entretenida lo unico que el repetir una palabra supone pensar en el significado de esta palabra en este caso de la palabra ‘’vida’’ piensas en el futuro por ejemplo que te espera la vida  , que es para ti esa palabra , porqe tiene ese nombre y no otro. La verdad es que a mi me ha ocurrido que al repetir muchas vece suna palabra pues como que te pone nervioso y al reves cuando más veces la repites pues mas se me olvida. Y parece como que te suena raro  cuando la repites tantas vezes como que te paras a pensar en su significado como si nunca lo huvieras echo es decir como si no la huviera escuchado en mi vida. Si es algo raro pero pasa así o por lo menos a mí ( no sé si sere rara ).  El caso es que cuanto más vese pronunciamos una palabra como que te centras más la verdad es que tiene su lógica y es que es cómo qué al estar acostumbrados no nos paramos a pensar realmente lo que supone esa palabra en el mundo , para nosotros .. etc

 

Bueno volviendo a lo que he dicho antes ¿por que cada palabra recibe el nombre que tiene y no otro? Es algo que me paro a pensar muchas veces las palabras estan relacionadas con la realidad que designan o simplemente son resultado de un acuerdo social. En fin es una pregunta que me plateo muchas veces. Bueno algo característico de esta experiencia  , ( o por lo menos que me ocurre a mí) , es que cuando piensas o te concentras tanto en algo en este caso en una palabra  pues como que se relaciona con otras palabras que tienen que ver o que te gustarìan que estuvíeran relacionadas por ejemplo la vida , pues ami se me viene palabras  a la cabeza como son eterna , hijos , familia … etc es como que el subconsciente actúa por ti y elige las palabras apropiadas y que te gustaría que estuvieran relacionadas con ese término o que por naturaleza estan relacionadas.

 

Pero la verdad esque no me centrao en el titulo en sí  ¿ en que consite vaciar una palabra de sentido?

Pues por ejemplo repetir muchas veces una palabra  una y otra vez  asi todo el rato con muchas palabras al final te harás un lío y no sabras que significa que  o como se pronuncia.. etc

Esto podría llevarnos a la conclusión de que nosotros pronunciamos las palabras de manera automática sin pensar en porquè la utilizamos para esa frase es decir que significamos le damos que entendemos de esa palabras , que màs nos puede aportar esa palabra.

 

Pero fijaros que experiencia más rara y a la vez fascinante con sólo repetir una palabras muchas veces podemos vaciarla de sentido , podemos llegar a confundirnos sobre si era esa la palabra de la  que estamos hablando , sobre si se pronuncia así , significa eso o otra .. etc Aunque sea la palabra mas simple del mundo un simple ‘’ hola’’ despues de una serie de repeticiones puede llegar a provocarnos serias dudas. Por lo cual volviendo a la conclusión anterior esta experiencia es buena y de vez en cuando sería conveniente que la realizáramos de vez en cuando ya que esto lo que supone es que  nos hace pararnos a pensar un momento en el significado verdadero de las palabras y en que una palabras es un mundo , sí parece una barbaridad debido a que es algo diminuto pero la verdad esa diminuta palabra puede hacernos reflexionar sobre barbaridad de temas.

 

Vaciar una palabra de sentido.

En esta experiencia he decidido vaciar de sentido la palabra ordenador. He comenzado ha repetir esta palabra una y otra vez y he llegado a distintas conclusiones.

Primero he pensado que esto no lo iba ha conseguir pero, conforme decía la palabra he ido pensando. La palabra hace referencia a un aparato informático que utilizamos para trabajar o para pasar el rato, es muy útil para buscar información, música e incluso juegos. Posteriormente he pensado que la palabra ordenador en realidad viene de ordenar, algo que es lógico. El ordenador sirve para ordenar la información que queramos tener correctamente ordenada y permite que ésta no ocupe espacio en forma de papel, cosa que al fin y al cabo es molesta y, también nos permite encontrar esa información con gran rapidez gracias a Internet. Pero después he pensado, o-r-d-e-n-a-d-o-r, curiosa palabra, ¿por qué emitimos esos sonido que, supuestamente tienen un significado?, ¿por qué emitimos esos sonidos y no decimos: cabeza?

La verdad es que es una pregunta que siempre me he hecho, ¿por qué para referirnos a algo emitimos una serie de sonidos ordenados de una forma concreta y no emitimos otros? Si lo pensamos es totalmente cierto. Una lengua utiliza unos sonidos específicos para designar al ordenador, en cada lengua las palabras se pronuncian de otra forma pero, todas ellas se utilizan para referirse a lo mismo

Es increíble cómo el ser humano ha ido evolucionando a lo largo de la Historia en el ámbito de la lengua para dar paso a las palabras que utilizamos en la actualidad. Si lo pensamos, en lugar de emitir los sonidos que emitimos para decir ordenador podríamos emitir otros sonidos. Y en lugar de comunicarnos hablando, podríamos comunicarnos gritando o en voz baja.

Otra ustión es, ¿por qué las cosas se llaman como se llaman y no tienen otro nombre?, bueno, algunos dirían que es debido ala evolución del lenguaje, otros dirían que los que llamaron a la mesa, mesa, lo hicieron porque esa palabra tenía otro significado como, por ejemplo, “cosa que sujeta” o, porque sencillamente les apeteció. Bueno puede ser pero, me resulta muy curioso cómo el ser humano ha puesto nombres a las cosas y le han dado un significado, haciendo que una palabra que antes era un simple sonido, termine significando algo.

Si lo piensas, cuando alguien te dice que le vas a  borrar el nombre, quiere decir eso, es decir, que de tanto repetir esa palabra terminará perdiendo su sentido y se convertirá en un sonido más. Si te paras a pensar eso, puedes llegara preocuparte porque piensas, ¿todos los sonido a los que yo les he dado un significado, resulta que pueden perderlo?, pues sí, pueden perder su significado. La única pega es que, no podemos quitarle a una palabra su significado y dárselo a otra porque si no, no habría forma alguna de establecer relaciones con nuestros semejantes.

También he vaciado de significado la palabra: bolígrafo. He terminado pensando, ¿por qué se llama así ese palito que tiene dentro tinta?, ¿por qué digo b-o-l-í-g-r-a-f-o? Una vez más me he puesto ha pensar en los sonidos que emito para referirme a esa realidad en lugar de decir canuto.

Mi conclusión es que, a pesar de que las cosas reciban palabras y sonidos para referirnos a ellas que pueden resultar extraños en algún momento, necesitamos atribuírselas porque sin no lo hiciéramos, nada tendría sentido en este mundo.


Según la enciclopedia, AMBICIÓN “es un impulso psíquico, por lo general con metas claras (contrariamente a la pulsión). Se la considera expresión de la necesidad de éxito, que, según, McClelland y Atkinson, se relaciona con el afán de dominio, manipulación y organización del medio físico y social; con la superación de obstáculos y el mantenimiento de elevados niveles de trabajo; con el esfuerzo de superar la propia labor, así como la rivalidad y la superación con respecto a los demás”.
AMBICIÓN, curiosa palabra. Palabra desprestigiada, y al mismo tiempo, cautivadora. Esta palabra ha sido objeto de mi experiencia filosófica, surgiendo así, por casualidad. Casi por ensalmo.
La primera palabra que se me cruzó por la mente fue esa… AMBICIÓN.
Corría rauda y veloz hasta mis labios, y podía notar como mi propia lengua se henchía de orgullo, como brotaba y se mezclaba, confundiéndose en mi saliva.
Y como vibraba en mi garganta, con tal potencia y a borbotones, que hacía que elevase mi testa con cierto orgullo real, e incluso con cierta altanería.
Cuánto más la musitaba, cuánto más la recitaba, cuánto más la ensalzaba… más significado cobraba para mí. Parecía que la misma ambición se había colado entre mis labios hasta llegar a mi boca, hubiese recorrido mi garganta hasta llegar a mi vientre, a mi zona de voluntad. Como si quisiera poseerme con el furor de un caballo salvaje, desbocado.
Cómo encendía mi pecho con un fuego vivaz e intenso, tan intenso, que hacía que me elevase del suelo. Tan intenso, como la fogosidad de los recién enamorados. Tan intenso era, que, me vi transportado en el espacio y en el tiempo, hacia delante y hacia atrás, hasta llegar a una escena palaciega adaptada a nuestro tiempo.
Claro está, me vi sometido a un estado mental y dejé que mi imaginación volara. No estaba siendo víctima de la locura, si no todo lo contrario. No había estado más cuerdo en toda mi vida, pues sentí que las musas vinieron hasta mí, para hacer conmigo lo que quisieran y así dejarme llevar. Sentía con ello una sensación de placer, de bienestar, de satisfacción.
Y de nuevo, claro está y hasta el momento, la experiencia filosófica había concluido en fracaso. Pero aun así no me di por vencido. Puesto que, para que una palabra deje de tener sentido (en primera instancia, para uno mismo) ésta tiene primero que seducirte, cautivarte, poseerte y esclavizarte, hasta el punto en el que dejas de ser tú para convertirte en esa palabra. No te llamas por tu nombre, te llamas AMBICIÓN, y no solo eso, supuras ambición por todas las fibras de tu ser y te envuelve en una extraña calidez, como sumergirse en un tranquilo manantial de aguas termales. Tranquilo, pero salvaje. Su estado más natural, su estado más puro.
Insisto, no es producto de la locura. Simplemente, las musas de la inspiración no conocen límites.
Retomando a lo que íbamos, mi lengua chasqueaba felizmente la palabra “ambición”, cuando mi mente se vio transportada a la entrada de una imponente mansión palaciega. Ahora, queridos amigos, os contaré una historia sobre la ambición.
Una cola de automóviles parecía perderse en el infinito, delante de las puertas de esa majestuosa mansión. Todos eran de alta gama, lujosos y carísimos.
De tanto en tanto, aparecía una limusina. De ella salían mujeres hermosas, de piernas largas, esbeltas, casi infinitas. Con unas sonrisas de oreja a oreja. Unas sonrisas amplias, perfectas. Tan perfectas, que parecían esculpidas por el propio Miguel Ángel. Ataviadas con sus mejores galas, las mejores pieles, los mejores diamantes… colgaban del brazo de sus acompañantes, tan perfectos como ellas. Atléticos, esbeltos, atractivos, carismáticos. Como auténticos galanes de cine, esos galanes de la época dorada de Hollywood.
Abrían la puerta chóferes de sonrisa eterna, quizás fingida. Sonrisas eternamente fingidas, que reflejaban sus emociones contenidas.
La elegante, ataviada, sibarita y elitista comitiva fue recibida con copas del mejor champán francés. Camareros, educados y refinados, se movían como autómatas a través de la sala, portando bandejas con exquisitos manjares. La sala estaba repleta de estatuas, que representaban escenas mitológicas. El blanco marmóleo de sus paredes, el taconeo de los señoritos en el suelo impoluto, el trasiego de los camareros, el murmullo constante de todos los asistentes…
Todo eran sonrisas, calidez y entusiasmo en sus palabras. Sonrisas, algunas fingidas, y otras con un contenido malicioso, frívolo.
Comentarios a media voz seguidos de risitas nerviosas, rodeados de todo el lujo, toda la ostentación y toda la apariencia posible.
Entonces suena un vals, tocado por una pequeña orquesta de cuerda, acompañados por un piano de cola, ejerciendo así su labor virtuosa. Algunos se animaron a bailar cegados por el champán. Unos pies tropiezan con otros pies. Más murmullos y risitas nerviosas, más miradas indiscretas y comentarios a media voz.
Al cabo de un rato, y después del peculiar acto de bienvenida, pasan del salón principal al salón de actos.
Un gran cartel les da la bienvenida, al XIV Congreso por la Paz y la Justicia Social.
Un señor mayor, honorable, camina recto y decidido hacia el atril para dar el discurso inicial. Su rostro, surcado de arrugas, demuestra el paso del tiempo. Pero su mirada, su mirada atesora el brillo de la juventud.
Al acabar, y con total frescura pese a su edad, tiende su mano hacia un caballero, más joven que él, que se encuentra sentado en el otro extremo de la sala.
El caballero se aproxima apresuradamente hacia el atril, y estrecha calurosamente su mano al anciano, que es su mentor, que es su maestro.
Éste a su vez, le da una palmada en la espalda, se baja del atril y corre hasta su asiento.
Llegamos al nudo de esta historia: el joven caballero es el eje principal de esta historia, y el motivo por el cual se celebra dicha convención. Es un hombre que ha peleado por todo lo que tiene en su vida, es un hombre que se ha hecho a sí mismo. En otras palabras, es un hombre ambicioso, pero íntegro.
Pero apenas empezar su discurso, la imagen del perfecto caballero se desmorona, se desvanece, se viene abajo.
Se fija en todos los detalles de los asistentes, sobre todo en lo que portan, en su apariencia.
Observa con detenimiento los zapatos de tacón de una dama, mira el traje de un caballero. Y de pronto, le viene a la cabeza la imagen de una niña, de apenas seis o siete años, en un taller de costura. Está exhausta, con las manos llenas de llagas y el sufrimiento en su rostro, debido a las extenuantes jornadas de trabajo y al maltrato que le dispensa su patrón. A su familia endeudada, a unas vidas hundidas, en la más pura y cruda miseria. Miseria para abaratar costes, haciéndoles pagar un alto precio por sobrevivir.
Empieza a temblar, le sudan las manos.
Continúa su discurso, pero no lo puede evitar, y fija su mirada en una tiara de diamantes, que adorna una cabellera rubia.
Y su mente viaja, vuela. Vuela más allá de aquella sala, de aquella mansión palaciega, de aquel país. Y aterriza en otro país, en otro continente que no es el suyo. Está en África. La visión es estremecedora.
Niños-soldado. Guerras civiles. Personas, seres humanos que gritan, chillan y se desgarran. Huérfanos y viudas. Violaciones y vejaciones. Muertos y lisiados de por vida. Una auténtica carnicería. Una bacanal de sangre, un reguero de destrucción y muerte.
La ambición de las multinacionales por poseer la tierra, por poseer piedras preciosas que salen de ella, de sus entrañas; la agonía de muchos otros.
Ahora pequeñas perlas resbalan desde su frente. Se seca la frente con un pañuelo. Carraspea un poco, le aprieta la corbata. Le da un sorbo al vaso de agua. Prosigue con su discurso.
El discurso está lleno de emotividad y palabras que traen buenas nuevas para la humanidad. Pero esas palabras están preparadas, estudiadas y bien meditadas. Están huecas, vacías. Han perdido todo su sentido.
No las siente auténticas, ni verdaderas. Ni tan siquiera las siente suyas. Pero sigue con su discurso en ese teatro moral, en ese teatro de máscaras.
Entonces fue otro “viaje astral” el que le sacó de sus casillas. Fue la gota que colmó el vaso.
Puso los ojos en un abrigo de piel que portaba una señora, de mediana edad, que estaba sentada cerca de él. Ella no podía apartar la vista del muchacho, como si quisiera escrutar sus emociones, tan complejas como contradictorias. Y entonces fue él quien escrutó, más allá de sala, hasta el punto de sentir un intenso frío y escuchar unos chillidos agonizantes.
Una escena aterradora, espeluznante, se abría ante sus ojos.
El resplandor de la blanca nieve fue tornando al rojo. Un hombre apaleaba sin piedad a lo que parecía ser un cachorro de foca o un ejemplar joven. Apenas estaba muerta cuando fue apilada con sus demás compañeras, compartiendo con ellas su fatal desenlace. Sin piel, cuerpos agonizantes, tiñeron con su sangre aquello que un día llamaron su hogar.
Solo querían su piel. Los dictámenes de la alta costura no atienden a razones. Tan solo al sentido de la estética, y no al sufrimiento que ésta pueda generar.
Entonces algo dentro de sí mismo, algo que llevaba años ocultó, explotó.
Empezó a recordar quién fue y de donde venía. Era un chaval sencillo, de barrio obrero con muchas cosas que decir, con mucho que hacer y con un puñado de sueños por cumplir. Y todo eso lo había traicionado. Se había traicionado a sí mismo, a costa del progreso, de una ambición desmedida que le aportó muchas satisfacciones, a costa de muchas injusticias.
Él no portaba la vara del patrón, él no portaba las armas de los señores de la guerra, él no portaba la porra del estibador.
Pero indirectamente, sintió como usaba la vara, como apretaba el gatillo, como aporreaba sin piedad y sin temblarle el pulso.
Sintió como le llevaban los demonios, estaba fuera de sí, estaba al límite de sus fuerzas, pero todavía podía hacer algo.
De su boca salían palabras como pedernales, que brotaban directamente de su esencia, del niño que un día fue pero al que traicionó y dejó caer en el olvido.
La sala se lleno de insultos, de improperios. De silbidos y sonoras risotadas.
Entonces, ciego de ira, arrancó la tiara de aquella cabellera rubia, la tiró al suelo y acto seguido la pisoteó. La mujer estaba atónita, no daba crédito a lo que estaba sucediendo. Luego se dirigió a la señora que estaba sentada cerca del atril, y le arrancó su precioso abrigo de piel. Lo zarandeó ante sus narices, y lo tiró al otro extremo de la sala. La mujer emitió tal alarido, que toda la sala quedó en silencio. Todos clavaron sus ojos en el alterado caballero.
El caballero gritaba e injuriaba como un poseso, derribando mesas, sillas, bandejas… todo lo que se encontraba a su paso. Repetía una y otra vez que el mundo las célebres palabras de una gran mujer: ¡El mundo no necesita caridad, necesita justicia!
Pero a los ojos de los demás, no era algo más que un acto pueril, una pataleta de “niño rico”.
El caballero sabía lo que pasaría con él. Había perdido las formas y su buena reputación quedaría en entredicho. Pero él ya estaba cansado de ese juego de máscaras. De aparentar, de jugar a ser el buen samaritano, de jugar a ser “el salvador” de todos.
Se acabó el juego, era hora de actuar.
Y entre voces, órdenes, empujones y zarandeos expulsó a toda aquella gente de aquel congreso, que se había convertido en todo un despropósito. Los expulsó con toda la virulencia posible, como Jesucristo expulsó a los mercaderes del Templo.
Y quedaron ellos solos, el alumno y su mentor. Éste le dedicó a su pupilo una mirada de compasión. Tan solo se limitó a sonreírle y se marchó, para que así, el muchacho recuperara el sosiego por su actuación.
Pero el muchacho no se arrepintió de lo que hizo. Sabía que había dado un paso hacia adelante, y que no había vuelta atrás.
Lo que le esperaba era un camino duro, tortuoso, lleno de críticas, de falsos amigos, de errores, de fracasos y de lágrimas. Pero también aprendería de sus actos, y cada paso que daría no sería en vano, pues, estaría cada vez más cerca de sí mismo.
Toda esta historia se me cruzó por la mente en cuestión de minutos, incluso de segundos.
El muchacho, el joven caballero, el “buen samaritano”, comprendió que si la ambición desmesurada suponía su felicidad a costa de la infelicidad de los otros, entonces, la ambición, (tanto su palabra como el concepto en sí mismo) había perdido todo su sentido.
Y entonces, solo entonces comprendí, que ese muchacho era yo.
Volví a repetir la palabra AMBICIÓN y sentí como la ambición viajaba de mi vientre a mi boca, y mi lengua se desinflaba como un globo, y la ambición siguió viajando, lejos de mí, a una velocidad increíble y vertiginosa, hasta perderse en el infinito horizonte.
Deje de ser AMBICIÓN y volví a ser YO.
Y para terminar, he de deciros, haciendo referencia a un capítulo de “El Caballero de la Armadura Oxidada” puedo añadir que si la “ambición” procede del corazón (la que no engaña, la que sirve tanto para los demás como para nosotros mismos), entonces si tiene sentido. Más que “ambición”, debería llamarse “constancia” o “determinación”.
¿Qué sentido tiene, entonces, ambicionar cosas o causas que solo nos harán daño, y nos alejarán de lo que realmente somos? ¿Qué sentido tiene que la ambición si es causa de la codicia, de las guerras, del egoísmo, de la desigualdad y la injusticia? ¿Qué sentido tiene este mundo, si la ambición es como una capa pútrida que lo cubre en su totalidad, y no nos deja ver más allá, ni tan siquiera al que sufre, al que tenemos al lado, al quien grita pidiendo ayuda? ¿Tan sordos, ciegos, mudos y tan insensibles somos, que para avanzar en la vida tenemos que pisar al quien viene detrás de nosotros, que, tiene tantas capacidades y virtudes como las tenemos nosotros? ¿Por qué en nuestra sociedad es sinónimo de “sabiduría” el que avanza con maldad? ¿Por qué la sensibilidad y las buenas intenciones chocan a veces con el progreso? ¿Por qué éstas siempre tienen tan mala prensa, en este mundo de ciegos, locos e insensibles?
¿Por qué?
Solo puedo responder que el coraje, la fuerza de voluntad y la constancia superan todas las carencias. Lo contrario es aprovecharse de las carencias de los demás.
¿Por qué dejarse llevar por ese manto pútrido? ¿Por qué no cambiar de dirección, antes de que sea demasiado tarde? ¿Por qué no intentarlo?
Hoy son ellos los que sufren. Mañana, lo seremos nosotros.

No se muy bien cual es el fin de esta experiencia, cuando leo todas las experiencias me dan u poco de risa pero en verdad lo pienso, y seguro que sacas algo de alguna de ellas, como por ejemplo yo con la experiencia de “Llamarse a uno mismo”. He cogido una palabra y la e repetido millones de veces a una velocidad de la ostia y es verdad que cuando lo haces, llega un momento que no sabes ni lo que dices, y te ves un poco ridículo. A veces pienso que cuando hago esto, parezco tonto pero es que tiene toda la razón del mundo. Llegas a un momento en el que no te acuerdas de lo que era la palabra, e incluso te pones nervioso o nerviosa. Pienso que nada puede existir sin una causa. Porque pienso que si no sabes el significado de dicha palabra, no sabes lo que es, no sabes que existe, para ti no existe. Puede que tengas la idea, pero si no sabes lo que es, su propio significado no existe. Y esto es lo que te pasa cuando empiezas a decir una y otra vez una misma palabra. Creo que más de una vez he llegado a hacer esto... Un día cualquiera o en una situación cualquiera, en la que te aburres, y no sabes lo que hacer o que espontáneamente empiezas a decir una palabra que se te pasa por la mente , millones y millones de veces, así sucesivamente hasta que llegas a la conclusión de que no tienes ni idea de lo que significa dicha palabra. Dices la palabra o las palabras de todas las maneras que puedas decirlas e incluso cambias el orden de las letras, las pones como en el abecedario, empiezas a decirla al revés y así de muchísimas formas, de todas las que se te puedan ocurrir, y por más que intentas recordar lo que significaba no das pie con bola. Intentas decir la palabra o un sinónimo de ella incluso, para saber lo que es pero de diferente forma. Y te das cuenta de que esa palabra no tiene sentido. En cambio para ver si eres tú o no, por si te estás confundiendo vuelves a intentarlo con otra palabra diferente. Siguiendo más o menos los mismos pasos, pero con una palabra distinta. Al fin y al cavo llevas a la gran conclusión de que eres tú la o el que falla y no es la palabra. Seguí pensando en el tema un buen rato, y empecé a agobiarme un poco porque, por más que lo intentaba, no conseguía que la palabra  volviese a tener sentido para mí. Y, por más que lo intentaba, no lo conseguía. Entonces me di cuenta de que en la mayoría de las veces, no existe relación alguna entre una palabra y lo que designa, y que por tanto nuestra lengua podría haber sido completamente diferente, y que ha sido formada de manera totalmente arbitraria. En conclusión, ya me empiezo a convencer de que las experiencias tienen un fin, y que es interesante hacerlas al menos una vez, puedes llegar a sacar grandes conclusiones.

Vaciar una palabra de sentido.

Es algo bastante desagradable, porque cuando terminas de hacerlo, te as cuenta, de que esa palabra, ya no puede volver a ser lo que era, porque aunque haya pasado media hora, la palabra, sigue sin significar nada para ti, hasta que pasan días, y entonces vuelve a recuperar su sentido.

Al principio, cuando el profesor la propuso en clase, no se me pasó por la cabeza hacerla, pensé que habría otras más interesantes para hacer, pero no, al final opté por realizarla, y otra vez, cómo cuando intenté contar hasta mil de manera continua, me encerré en mi cuarto, para evitar posibles distracciones, y me dispuse a vaciar de sentido todo cuanto me rodeaba.

Empecé por lo primero que ví, empecé a decir bolígrafo muchas veces, pero como no sé decir la erre bien, me acababa haciendo un lío y no podía seguir, así que opté por algo más fácil como la palabra mesa, así que empecé a decir mesa muchas, muchísimas veces, hasta que acabé diciendo en vez de mesa, same y dije, mesa, same, que es eso, y de pronto, la palabra mesa había perdido todo su sentido, no sé de repente, y sin saber como, esa palabra, ya no significaba nada para mí, y feliz por haberlo conseguido fui a merendar, pero  me dí cuenta, de que incluso después de merendar, esa palabra, seguía sin significar nada para mí y no satisfecha con haber vaciado una palabra de sentido, pensé, si he podido con mesa, seguro que podré con muchas otras, seguro que podré con árbol, música, escuela, bolígrafo, casa, cochera, coche, moto, triciclo, bebé, chupete, silla, sillón, sofá, cocina, cuchillo, tenedor, mantel, cuchara, cucharón, taza, tetera, cafetera, olla, sartén, plancha, ropa, camisa, camiseta, pantalones, vaqueros, jersey, chaqueta, chaquetón, chaleco, horno, microondas, pizza, spagueti, salchichas, macarrones, paella, gazpacho, salmorejo, pasta, piscina, playa, sol, nubes, viento, verano, lluvia, primavera, otoño, enero, febrero, marzo, abril, mayo, junio, julio, agosto, septiembre, octubre noviembre, diciembre, lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sabado, domingo, y miles y miles de palabras más, pero… me dí cuenta de que esas palabras no eran importantes para mí, de, y si intentaba hacer lo mismo pero con alguna palabra mas compleja, con una palabra realmente importante para mí, una palabra que estuviese presente en mi vida diaria, que no me pudiese desprender fácilmente de ella, una palabra que no fuese sólo una palabra, que fuese un sentimiento, una parte de mí, y me decidí a vaciar de sentido la palabra amor, y ahí empecé yo, a repetir amor incontables veces, amor, amor, amor, amor, asi, cientos, miles, y millones de  veces, y si no lo fueron  a mi me lo parecían, ya incluso la repetía con distintos ritmos, para no aburrirme y finalmente, cuando dije amor por última vez dije… ¿amor? ¿Qué es amor? Para qué sirve eso, y me dí cuenta que ahora sólo era un conjunto de sonidos unidos, un conjunto de letras que no significaban nada, ya no sabía ni siquiera con qué entonación se decía la palabra amor y descubrí que ya no era nada para mí, ale, vacío, cero, no significaba nada, y en el fondo no sabía cómo sentirme, si satisfecha por haberlo conseguido, o triste, porque había perdido una palabra tan bonita, pero con surte, a los dos días, que estuve intentando no pensar mucho en ello, la palabra volvió, dije amor de nuevo y ya sabía lo que era, la palabra había vuelto, pero decidí que no haría eso más, porque las palabras están para expresar lo que sentimos, y si las perdemos, si todas las palabras careciesen de sentido, como nos expresaríamos, como  podríamos siquiera saber lo que sentimos, cómo comunicarnos, sería bastante difícil, por no decir imposible, así que creo que esta experiencia me ha servido, para darme cuenta de la importancia del lenguaje, de las palabras y su significado, y ahora, cada vez que diga algo, o escuche una palabra, para mí será algo mas que una simple palabra, porque me he dado cuenta de que son algo fascinante

 

Al empezar a hacer esta experiencia, no sabía por dónde empezar, no sabía qué palabra escoger porque no sabía vaciar una palabra de sentido, hasta que me puse a pensar...

Cómo no sabía que palabra elegir, cogí el diccionario y lo abrí por la letra S, cerré los ojos y puse mi dedo en una parte de la hoja del diccionario y cuándo lo abrí me di cuenta de que estaba señalando la palabra: sirena.

Cuando empecé a leer el significado de sirena decidí hablar y vaciar esa palabra, por el simple hecho de que tiene dos definiciones.

La palabra sirena puede significar dos cosas; la primera: ser imaginativo que vive en el mar, con cuerpo de mujer hasta la cintura y cola de pez, y segunda: aparato que emite un sonido fuerte para avisar de un peligro.

Para empezar a vaciar la palabra, voy a analizarla letra por letra, la palabra sirena está formada por seis palabras: S (1) I (2) R (3) E (4) N (5) A (6).

Para vaciar la palabra entera he pensado en darle sentido a cada una de las letras que la forman; la S, en mi opinión significa ¨sonido¨ porque una sirena,si nos referimos a la segunda definición, se refiere a que hace ruido , la I significa ¨imaginario¨ porque la sirena, si nos referimos a la primera definición, es un ser irreal e imaginario, la R significa ¨ruido¨ porque la sirena, si nos referimos a la segunda definición, tiene el fin de hacer ruido para llamar la atención, la E significa ¨extraordinario¨ porque una sirena, si nos referimos a la primera definición, es un ser que no es normal, la N significa ¨natural¨ porque una sirena, si nos referimos a la primera definición, nace en el agua y vive en un medio natural y la A significa ¨ayuda¨ porque una sirena, si nos referimos a la segunda definición, quiere alertar de un peligro y así poder llegar antes al lugar del accidente.

Mas tarde, se me ocurrió separar la palabra en sílabas, la palabra sirena contiene tres silabas: SI- RE-NA; y después cambiar las sílabas se sitio: NA-RE-SI , RE-NA-SI, SI-NA-RE.

Después intenté averiguar, porqué la palabra sirena era sirena, pero no encontré ninguna respuesta coherente, por lo que decidí no vaciarla de esa manera.

Y la última manera de vaciarla fue, ponerle la palabra sirena a un árbol, y pensé que por que no podía un árbol llamarse sirena, que nadie me puede impedir ponerle el nombre que yo quiera al árbol o a la sirena, porque al repetir 5 veces seguidas la palabra sirena, me he dado cuenta de que suena como si estuvieses cantando.

Mi manera de vaciar la palabra ha sido darle sentido a cada una de sus letras por separado, y después separarlas en sílabas y desordenar las sílabas.

He llegado a la conclusión de que, a una palabra puedes quitarle el sentido que tiene porque nadie te lo impide, aunque te van a mirar mal o te van a tomar de loc@ si vas cambiándole el nombre asignado por otro nombre de otra cosa, animal o persona diferente.

Firmado: Pantera Negra.

Al empezar a hacer esta experiencia, no sabía por dónde empezar, no sabía qué palabra escoger porque no sabía vaciar una palabra de sentido, tampoco sabía lo que era una palabra llena de sentido, porque todas las palabras tiene un significado, pero…¿todas tienen un sentido?¿y si lo tienen cómo se vacía¿ ¿ qué hago para vaciarlo? ¿Qué pasa cuando vacías una la palabra?¿sigue siendo la misma palabra o por el simple hecho de vaciarla ya cambia de significado? Hasta que me puse a pensar...

Primero pensé en elegir la palabra vacío, porque como se trata de vaciar una palabra, pensé que me sería más fácil; pero pensándolo mejor vacio es una palabra vacía, aunque llena de significado pero tiene poco que analizar, a parte de su significado lingüístico. También pensé en la palabra sentido, porque la palabra sentido es una palabra importante en nuestras vidas, ya que nuestras vidas están llenas de sentido o al menos eso es lo que intentamos las personas, darle un sentido a nuestra vida.

Cómo no sabía que palabra elegir, cogí el diccionario y lo abrí por la letra S, cerré los ojos y puse mi dedo en una parte de la hoja del diccionario y cuándo lo abrí me di cuenta de que estaba señalando la palabra: sirena.

Cuando empecé a leer el significado de sirena decidí hablar y vaciar esa palabra, por el simple hecho de que tiene dos definiciones.

La palabra sirena puede significar dos cosas; la primera: ser imaginativo que vive en el mar, con cuerpo de mujer hasta la cintura y cola de pez, y segunda: aparato que emite un sonido fuerte para avisar de un peligro.

Para empezar a vaciar la palabra, voy a analizarla letra por letra, la palabra sirena está formada por seis palabras: S (1) I (2) R (3) E (4) N (5) A (6).

Para vaciar la palabra entera he pensado en darle sentido a cada una de las letras que la forman; la S, en mi opinión significa ¨sonido¨ porque una sirena, si nos referimos a la segunda definición, se refiere a que hace ruido , la I significa ¨imaginario¨ porque la sirena, si nos referimos a la primera definición, es un ser irreal e imaginario, la R significa ¨ruido¨ porque la sirena, si nos referimos a la segunda definición, tiene el fin de hacer ruido para llamar la atención, la E significa ¨extraordinario¨ porque una sirena, si nos referimos a la primera definición, es un ser que no es normal, la N significa ¨natural¨ porque una sirena, si nos referimos a la primera definición, nace en el agua y vive en un medio natural y la A significa ¨ayuda¨ porque una sirena, si nos referimos a la segunda definición, quiere alertar de un peligro y así poder llegar antes al lugar del accidente.

Mas tarde, se me ocurrió separar la palabra en sílabas, la palabra sirena contiene tres silabas: SI- RE-NA; y después cambiar las sílabas se sitio: NA-RE-SI, RE-NA-SI, SI-NA-RE.

Después intenté averiguar, porqué la palabra sirena era sirena, pero no encontré ninguna respuesta coherente, por lo que decidí no vaciarla de esa manera.

Y la última manera de vaciarla fue, ponerle la palabra sirena a un árbol, y pensé que por que no podía un árbol llamarse sirena, que nadie me puede impedir ponerle el nombre que yo quiera al árbol o a la sirena, porque al repetir 5 veces seguidas la palabra sirena, me he dado cuenta de que suena como si estuvieses cantando.

Mi manera de vaciar la palabra ha sido darle sentido a cada una de sus letras por separado, y después separarlas en sílabas y desordenar las sílabas.

He llegado a la conclusión de que, a una palabra puedes quitarle el sentido que tiene porque nadie te lo impide, aunque te van a mirar mal o te van a tomar de loc@ si vas cambiándole el nombre asignado por otro nombre de otra cosa, animal o persona diferente.

Pantera Negra.

Comida:

Me propongo vaciar una palabra de sentido, he escogido la palabra comida, dentro de la palabra comida hay muchas otras palabras, porque comida es lo que como y la variedad que existe hoy en día en mi alimentación es algo para  presumir. Ahora cuando pienso en comida y son las seis de la tarde veo un bocadillo de jamón serrano, unas patatas y unas olivas en mi mente, que rico, incluso me ha dado hambre lo mejor será ir a comer algo, el estómago lleno me ayudará mejor a vaciar la palabra de sentido, de la otra manera es imposible. Ahora vuelvo.

Ya he merendado, vuelvo a la tarea, “comida” y ya no siento ese cosquilleo en el estómago. Ahora es más fácil. C-O-M-I-D-A un significante y busco en la RAE su significado: Tiene tres acepciones.

  1. Alimento.
  2. Alimento que se toma a medio día.
  3. Acción de comer a determinadas horas del día.

Ahora intento quitarle sentido, lo primero que pienso es que en otra lengua ya no lo tiene, en inglés comida no significa nada. Por lo tanto, para tener sentido la persona que lo escucha debe conocer la lengua.

Yo no conozco mi lengua y voy a vaciar la palabra comida. Dejo de pensar que es una palabra que puede servir para cualquier alimento que tomamos, saco de ella todas las cosas tanto las comidas calientes y muy elaboradas: pucheros, lentejas, pescado, habichuelas, paella, garbanzos... comidas calientes y poco elaboradas: pizza, hamburguesa, patatas fritas, tortilla, huevos revueltos, arroz chino, verduras a la plancha... Y comidas frías: ensaladas, purés… Y me repito tras sacar la palabra, la palabra comida ya no es nada, es la suma de unos fonemas, sonidos guturales de vocales abiertas y cerradas que pronuncio sin saber para qué y por qué lo hago.

El concepto no tiene sentido, el sustantivo femenino singular deja de serlo, la palabra variable deja de tener flexión, deja de ser una palabra derivada, deja mi mente de encontrar la manera de darle sentido a través de la formación de estructuras sintácticas más complejas. Ahora ya no tiene ese contenido la palabra  comida ya no significa todo lo que he escrito. Ya no existe la unión entre lo que digo y lo que es porque en realidad no existe, es un artificio de la mente. Nuestro lenguaje ha unido de forma fabulosa lo que digo (concepto) y lo que es para poder sobrevivir. Ahora comida no tiene nada no genera en mi ninguna imagen convencional, no aparecen sentimientos ni sensaciones sobre esto, es como si de repente, fuera una palabra que no existiera en mi vocabulario, descubro a su vez que las palabras tienen el sentido cuando yo se las dé en el contexto  determinado, donde las aplique y que a fin de cuentas, la riqueza de las palabras que se han ido desarrollando a través del tiempo tienen una aparición, un acierto cultural y una transmisión que les ha hecho  ser lo que son, culturalmente el tiempo les ha hecho una importancia esencial, pero son también una especie de trampa porque somos lo que pensamos y pensamos a través de palabras, nos comunicamos a través de conceptos otorgándoles sentido y manejar más o menos palabras implica explicarnos a través de ellas, alguien dijo que cuantas más palabras manejas, más sabrás quien eres.  Llenar la cabeza de conceptos llena de sentido sería ese el trabajo.

Pero mi trabajo  consiste en lo contrario, entender que al vaciar el concepto  de sentido soy más poderosa porque descubro que la lengua está a mi servicio que las palabras son lo que yo quiero que sean (connotación y denotación) juegan aquí un papel muy importante. La limitación del lenguaje es clara, por lo tanto el lenguaje no debe importarme, las palabras a veces hacen daño, duelen pero si pienso el ejercicio que he hecho con comida y quito sentido a la palabra que me moleste, el dolor deja de existir. Vivimos en un mundo con tanta prisa y manejamos tantas palabras que a veces deberíamos de pararnos y vaciar; vaciar los conceptos para vaciar nuestro interior y limpiarnos de la “porquería” que tenemos dentro.

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